La transmisión y la comunicación en la era de lo inmediato
El consumo de información es según Gemma Martínez “la acción de buscar y recuperar datos e
información con la finalidad de dar respuesta a una necesidad o interés
informativo.” La misma autora nos señala que la acción de búsqueda y
recuperación nos define al usuario. Aquí aparecen dos elementos fundamentales
para el trabajo de marketing. Los perfiles conseguidos con ese análisis de
datos (el big data se hace aquí esencial) nos muestran qué quiere el usuario y
cuál es su nivel de competencia, dónde vive, etc. Tenemos así herramientas para
definir a qué mercado pertenece y se está en nuestro target. Y también sabremos
cómo dirigirnos a él. La organización de la información que el usuario acepta
tiene que ver con su autopercepción de competencia. Si la usabilidad supera sus
expectativas se marchará ansioso, si se quedan cortas se aburrirá y buscará en
otro lugar. Algo de esto ocurre con los medios tradicionales de noticias en
relación con lo que algunos denominan el público de futuro.
Ese público del futuro , los adolescentes y niños
de hoy, buscan interactividad e inmediatez. Viven en un mundo en el que
capturan información picoteando en google, hablando con otras personas y han
vivido en la era de la satisfacción inmediata. Un estudio realizado por la Corporation for Public Broadcasting señala
que “espera aprender a través de la
experiencia, y busca que los nuevos medios le faciliten esa experiencia”.
Afirma este estudio que ese público “no se
conformará con cualquier cosa “. No todos son tan optimistas. Nicholas Carr en
“Superficiales” afirma que la enorme cantidad de información, inabordable, nos
obliga a hacer análisis superficiales para desechar. En esas circunstancias el
cerebro se acomoda al picoteo y no es capaz de captar todos los detalles o de
juzgarlos adecuadamente. Perdemos capacidad de análisis profundo y por tanto
capacidad crítica. La realidad desde esta perspectiva es que comparamos de un
modo tan poco profundo que aceptamos cualquier cosa en la que en un análisis
superficial no muestre fisuras. El
propio autor señala un síntoma: nos cuesta más estar un tiempo prolongado de
lectura reposada.
El estudio reseñado de Corporation for Public
Broadcasting señala también que la forma de presentar la información será clave
a la hora de elegir uno u otro medio: “La exigencia ante el diseño, la
usabilidad, las posibilidades técnicas y los diferentes formatos -basados en la
utilidad y el acceso a la información que se busca- serán determinantes si se
quiere ganar a nuevos usuarios.”
Pero los consumidores de información de otras
generaciones, que han adoptado lo digital, no son como los “nativos digitales”,
han vivido la era audiovisual. En ella se cuenta mostrando y el orden, duración
y frecuencia de la información crea el discurso. Ahora deben traducir
contenidos que no cumplen esas reglas, puesto que picoteamos información y
rompemos unidad de discurso para “de un vistazo” aquilatar el valor de esa
información. Y además es hipertextual, y colegiada. Ahí está quizá el cruce de
caminos entre la visión de Carr (que no
es un nativo digital) y los estudios sobre los millenials, nativos digitales.
Tengo mis dudas sobre las teorías de Carr, pero lo
cierto es que la cultura (hoy lo inmediato reina) es un factor de influencia
muy profundo en la integración de la información que percibimos.
Este nuevo escenario produce dos análisis el que
considera que el consumidor tiene más poder e información que nunca y el que
analiza el fenómeno de la infoxicación. El periodista Miguel Ángel Aguilar lo resume
siempre con esta metáfora; “En las inundaciones, la paradoja es que lo que
escasea es el agua potable”.
Regis Debray muestra otro lado de esta nueva era de
la información. Habla de comunicación (traslado entre lugares) y de trasmisión
(traslado en el tiempo). Vivimos en una era en el que la comunicación inmediata
(urgente, compulsiva) es el valor frente
a la transmisión. El problema es que no hay juez sobre la utilidad y rigor de
un contenido que el tiempo, que manda al olvido a lo inane y mantiene lo
sustancial.